En 1837, Willem ten Boom abrió una relojería en Haarlem (al noroeste de Amsterdam). Como devotos cristianos, el hogar familiar, situado encima de la tienda, siempre tuvo las puertas abiertas para quien lo necesitara.
Durante la II Guerra Mundial, la familia Ten Boom convirtió su hogar en un refugio, un escondite para judíos y miembros de la Resistencia holandesa, perseguidos por los nazis.
Habitualmente había gente escondida en casa. Hasta 7 personas viviendo ilegalmente. Pero se añadían otros refugiados solo por unas horas o unos días, hasta que se les encontraba otra «casa segura». Corrie buscaba valientes familias holandesas que aceptaran refugiados. Consiguieron salvar la vida de unos 800 judíos.
El 28 de febrero de 1944, la familia de Casper fue traicionada y la Gestapo les tendió una trampa: durante todo un día vigilaron a cada persona que entraba. Esa misma tarde, más de 20 personas habían sido arrestadas. Casper, y sus hijas Corrie y Betsie fueron arrestados y llevados a prisión.
Aunque la Gestapo revisó la casa a fondo, no logró encontrar a los 4 judíos (dos hombres y dos mujeres), y a los dos miembros de la Resistencia holandesa que estaban escondidos detrás de una pared falsa en el dormitorio de Corrie. Aunque la casa permaneció bajo vigilancia, la Resistencia fue capaz de liberar a los refugiados dos días después (por la azotea). Las seis personas permanecieron inmóviles en el pequeño escondite, aun cuando no tenían agua y la comida era escasa.
Los cuatro judíos fueron llevados a «casas seguras» y tres sobrevivieron a la guerra. Como los nazis encontraron material clandestino, la familia Ten Boom fue llevada a prisión. Casper (de 84 años de edad) murió a los 10 días de llegar a la prisión de Scheveningen. Cuando le preguntaron a Casper si sabía que podría ser ejecutado por ayudar a los judíos, contestó que sería un honor dar su vida por el antiguo pueblo de Dios.
Corrie y Betsie pasaron 10 meses en tres diferentes prisiones. La última de ellas, el campo de concentración de Ravensbruck, al norte de Berlín. La vida en el campo era un infierno, pero Corrie y Betsie vivieron aquello compartiendo el amor de Jesús con sus compañeras de prisión. Cuatro miembros de la familia Ten Boom dieron su vida por el compromiso de su familia, y solo Corrie regresó a casa del campo de concentración. Se dio cuenta que su vida era un regalo de Dios y que debía compartir lo que ella y Betsie habían aprendido en Ravensbruck: «Dios nos dará el amor que necesitamos para perdonar a nuestros enemigos«. A la edad de 53 años, Corrie comenzó su evangelio durante 32 años, por más de 60 países.
Todas mis fotografías tomadas en la casa de Corrie ten Boom están disponibles en:
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En 1968, el Museo del Holocausto en Jerusalén (Yad Vashem) le pidió a Corrie que plantara un árbol en el Jardín de los Justos, en honor a las muchas vidas judías que su familia salvó. Corrie murió cuando cumplía 91 años. Según la tradición judía, los bendecidos tienen el especial privilegio de morir en su cumpleaños.