Mis memorias

La segunda vez que leí el libro de memorias de Violeta Friedman, me transmitió la misma sensación de agobio que la primera vez que cayó en mis manos, un regalo de gran valor sentimental, de Violeta a mi cuñada Carmen y a mi hermano José María, vecinos de la misma urbanización.

Esta sensación tiene su explicación: Violeta, de familia judía y nacida en una pequeña población de la región de Transilvania (Rumanía) entró en el campo con apenas 14 años. Una niña sometida a las crueldades del campo, a la dieta hipocalórica calculada para que los prisioneros no superaran 3 meses en el campo, a los piojos, a la violencia diaria… Ella misma reconoce haber vivido en un estado de shock, «como si hubiera estado sometida a ciertas drogas«. Habiendo sobrevivido, dedicó gran parte de su vida a intentar borrar aquellos horrores.

Es a partir de 1985 cuando Violeta decide dedicar su vida a intentar buscar entre sus dolorosos recuerdos, con una doble finalidad: que la tragedia no se olvide, y evitar que se repita. Entrevistas, conferencias… pero, sobre todo, Violeta saltó a la popularidad por su valentía, durante una interminable lucha judicial contra Léon Degrelle, uno de los nazis que consiguieron escapar y refugiarse en España.

Para quien busque en este libro detalles escabrosos, podrá sentirse defraudado, porque apenas recoge detalles de su experiencia en el campo. Y los que hay, se describen como si se vieran difuminados a través de la niebla. Sin embargo, en pocas ocasiones una escritora novel consigue transmitir mejor su desasosiego por el temor a que su voz se pierda en el tiempo. Violeta reclama, a gritos, luchar contra el olvido.

Violeta falleció en 2000. Con sus memorias, su testimonio se transmitirá a otras generaciones, tal y como ella soñó.

Autora: Violeta Friedman

Editorial: Planeta

Páginas: 213


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