Desde aquella oscuridad

Conversaciones con el verdugo Franz Stangl, Comandante de Treblinka.

Este impresionante testimonio recoge las entrevistas que Gitta Sereny (periodista nacida en Austria y de origen húngaro, que ha centrado su trabajo periodístico en el III Reich) realizó a Franz Stangl, comandante de los campos de exterminio de Sobibor y de Treblinka. A partir de 1972, durante la estancia de Stangl en prisión después de ser juzgado por genocidio, la autora le entrevistó durante más de 70 horas. Pero no sólo a él, sino también a miembros de su familia, a sus amigos, a las personas que le encontraron en su escondite en Brasil y a supervivientes de los campos de concentración.

A través de estas entrevistas el lector se enfrenta a una de las cuestiones fundamentales de la Shoah: la banalidad del mal, ¿cómo fue posible que semejantes actos de horror y crueldad fuesen llevados a cabo por hombres normales y corrientes?

Treblinka, Sobibor, Belzec y Chelmno no eran campos de concentración. Pertenecieron a la que se llamó Aktion Reinhard (en honor a Heydrich), y, a diferencia de otros campos plagados de barracones, tifus, piojos, esqueletos andantes… , éstos eran lugares destinados única y exclusivamente al exterminio sistemático: muy pocos, de los que bajaban de los vagones del tren, pasaban a reforzar el equipo de trabajo (el Sonderkommando). Todos los demás eran separados brutalmente en 2 grupos (hombres y mujeres con niños), desnudados y privados de cualquier intimidad, desprovistos de sus pertenencias (a veces joyas, a veces una simple foto de un familiar), las mujeres eran rapadas y, en medio de gritos, golpes, ladridos, eran conducidos a través de un túnel hacia la cámara de gas.

Si «tenías suerte» entrabas en el primer grupo. Si no, en medio de horribles gritos de los que ya estaban muriendo asfixiados, debías esperar unos 20 minutos a que llegara tu turno. Antes de ser quemados, los cuerpos eran revisados por si ocultaban joyas en sus partes íntimas, o tenían piezas de oro en la boca, que eran brutalmente arrancadas.

El pasillo que conducía a las cámaras de gas se llenaba de excrementos, por el terror que padecían los que por él cruzaron. Stangl afirmaba que, en Treblinka, se «procesaban» (es decir, se asesinaban) unas 5.000 personas en 3 horas. Su gestión fue muy eficiente, aunque luego, como ocurrió en muchos otros casos, trató de culpar al sistema.

Gitta Sereny es una entrevistadora y una escritora excepcionales, y este libro constituye no sólo un documento histórico de primer orden, sino un estremecedor viaje al centro del horror. En mi opinión, Gitta pierde el hilo central del libro y muestra una cierta obsesión acerca del papel de la Iglesia Católica  y del Papa Pío XII. Pero éste debería ser un tema para otro libro.

Stangl murió, de un ataque al corazón, 19 horas después de la última entrevista con Gitta.

Editorial: edhasa

573 páginas

1ª edición: octubre 2009

Autora: Gitta Sereny


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